Para mantener la paz, una vez cada diez años se ofrecía un sacrificio a un demonio. Sin embargo, hubo un año en que el demonio se volvió violento antes de llegada la hora del nuevo sacrificio. Los habitantes de la isla, poseídos por el terror, intentaron apaciguar al demonio con un sacrificio adelantado y eligieron como ofrenda a Setsuna por sus poderes de encantamiento. Setsuna parte con sus custodios hacia un rincón remoto de la isla donde el sacrificio tendrá lugar.
